Alaric caminó de prisa hacia la oficina que
servía de despacho a Eowaz y los dos Krigers que se encontraban en la puerta se
cuadraron al ver acercarse al Arzhaelí.
-
¿Está
solo? --
preguntó él
-
Sí señor
Llamó a la puerta y recibió el permiso para
pasar. Eowaz levantó la vista de los papeles que revisaba.
-
¿Algún
problema?
-
No señor,
pero quería informarle que cometí un error y lo lamento --
dijo el Arzhaelí
-
Veamos Alaric --
dijo el hombre con su proverbial paciencia --
Siéntate y explícame de qué se trata.
-
Señor, con
la presencia de los Douglas, Natchzhrer y las McKenzie, simplemente asumí que
conociendo bien las historias de todos, no era necesario revisar sus expedientes.
Pero hoy fui víctima de mi error, porque muy tarde me di cuenta que debí
revisar el de Berserker.
-
Comprendo --
dijo Eowaz -- Lamentablemente con una frecuencia tal vez
excesiva, somos víctimas de nuestra arrogancia al creernos en posesión de toda
la información necesaria. Sin embargo, y aun cuando no hubieses leído el
expediente de Berserker, ciertamente la suya, es una historia que todos
conocen.
-
Por lo que
soy doblemente culpable, porque fue hasta después de ver su actuación con el
arco, que recordé que era el hijo de Elouen Berserker.
-
De acuerdo
Alaric, pero tampoco es una cuestión tan grave, no tienes por qué ser tan duro
contigo mismo -- le dijo
-- ¿O es que acaso esto generó
algún problema?
-
Problema
como tal, no señor. Pero sus amigos parecían no estar en conocimiento de su
historia y temo haberle proporcionado un mal momento.
Eowaz guardó silencio durante unos momentos y
repasó los hechos mentalmente. Finalmente pareció llegar a una conclusión
satisfactoria.
-
Alaric, en
ocasiones nuestras historias personales nos producen tanto dolor que preferimos
guardarlas en lo más profundo de nuestro ser y ni siquiera nos animamos a
compartirlas con aquellos a los que amamos. No obstante, creo que no debemos
preocuparnos, entre ellos se ha desarrollado un vínculo tan fuerte que estoy
seguro serán capaces de afrontar esto sin mayores inconvenientes y sin duda
serán un apoyo para él.
-
Bien señor.
-
Pero de lo
que me acabas de decir, deduzco que el chico posee la habilidad que cabría
esperar ¿no?
-
Sí señor,
eso es indiscutible. Acertó al primer tiro dando en todo el centro de la diana,
así como todos los sucesivos y no me
cabe la menor duda que cuando comencemos con las prácticas de velocidad, no
solo superará a su grupo, sino a los más experimentados arqueros de la Orden.
-
¿Incluyéndote?
-
Sí señor,
incluyéndome -- reconoció él con humildad
-
Bien, esas
son buenas noticias -- le dijo Eowaz sonriendo -- Sé
que no es hora de rendir tu informe pero ¿cómo les fue a los otros?
-
Pues, dentro
de los parámetros -- dijo, y luego especifico un poco más --
Aderyn McKenzie deberá practicar mucho. Natchzhrer es rápido y tiene una
excelente vista, pero debe controlar su fuerza y no creo que eso represente un
problema. Daniel Douglas tiene una puntería excepcional pero un mal genio que
le va a la par, y si me perdona, veo bastante difícil que controle eso, lo que
podría ocasionarle serios problemas a la hora de un enfrentamiento. Samantha
por su parte… -- hizo una pausa y Eowaz elevó una ceja -- no
es un juicio definitivo, pero creo que posee la misma habilidad de Dan, sin
embargo, creo que debemos esperar para estar seguros de eso. Y Diandra McKenzie
sí fue una sorpresa, es rápida, centrada y posee buena puntería, ya veremos
cómo le va en las prácticas de velocidad.
Eowaz sonrió y le agradeció la información, pero
a diferencia de Alaric, él estaba seguro que todos superarían con éxito aquella
parte del entrenamiento y lograrían controlar sus fallos. Después de esto,
Alaric se despidió y abandonó el despacho. El Arzhaelí se dirigía hacia las
escaleras y casi chocó con Sam.
-
Douglas --
dijo deteniéndose bruscamente
-
Señor --
contestó ella adoptando posición de firme
-
¿Qué hace
aquí? --
le preguntó -- ¿No debería estar preparándose para ir al
comedor?
-
Sí señor,
pero quería hablar con Eowaz, si es posible
Él la miró durante unos segundos pensando varias
cosas, entre ellas, que el parecido de aquellos chicos con Dan era
extraordinario, pero a pesar de que el color de los ojos era el del
desaparecido Arzhaelí, la expresión de los mismos, al menos en aquel momento,
era de la de Amy. Según podía recordar, Amy O’Neill había sido una
contradicción, era dulce como la miel pero al mismo tiempo tenía un carácter
tan endemoniado que fácilmente competía con el de Giulian Cornwall y por un
momento se preguntó si su hija sería el mismo caso. La penetrante mirada de
ella lo sacó de sus pensamientos y haciéndole un gesto de asentimiento, se
apartó del camino dejándola pasar pero mientras la veía caminar hacia el despacho
de Eowaz, la idea siguió flotando en su cerebro y finalmente una sonrisa
maliciosa se dibujó en sus labios al pensar que si la chica resultaba ser como
la madre, Giulian Cornwall lo pasaría mal, porque las batallas entre él y Amy
eran legendarias y lo que le había causado esa risa maligna, era pensar que
finalmente Amy le había ganado la última batalla al hacerlo padrino y por tanto
responsable, de una criatura que podía hacerle la vida miserable.
Sam había echado un rápido y cuidadoso vistazo a
los pensamientos del Arzhaelí y cuando estuvo fuera de su alcance, sonrió. Ya
estaban acostumbrados a que todos les dijeran lo mucho que se parecían a su
padre, pero era raro que alguien estableciese semejanzas con su madre, por lo
que se sintió feliz al ver los pensamientos de Alaric.
Se detuvo frente a la puerta y adoptó de nuevo
posición de firmes como correspondía, ya que ella era una simple estudiante y
los Krigers eran sus superiores.
-
¿Podría
hablar con Eowaz? -- preguntó
-
Veré si
puede recibirte -- dijo uno de ellos, mientras que su compañero
seguía mirando embobado a Sam
Ese era otro asunto al que ya se había
acostumbrado, aunque no dejaba de incomodarla. En su opinión, ya había pasado
el tiempo suficiente como para que todos se hubiesen hecho a la idea de que los
Douglas habían tenido gemelos, de modo que le fastidiaba mucho que aún se
comportaran con la misma indiscreta curiosidad. De lo que la chica no era
consiente, y si hubiese puesto más atención lo habría notado, era que la
miraban no por su filiación, sino por su belleza.
-
Puedes
pasar --
le dijo el Kriger y ella desapareció en el interior --
¡Ey! -- dijo llamando la atención de su
compañero -- ¿Sabes a lo que te arriesgas mirándola de esa
forma, necio?
-
Vamos John,
habría que ser ciego para…
-
Ciego vas a
quedar si es Douglas o Natchzhrer,
quienes te ven -- lo cortó él
-- ¿Acaso no has escuchado las
historias?
-
Sí claro,
también tengo una hermana que asistía a clases con ellos, pero eso no evita
que…
-
Escúchame
infeliz -- lo interrumpió de nuevo -- si
quieres perder tu cabeza es asunto tuyo y ciertamente lo harás, porque no solo
se trata de sus hermanos, sino que Samantha Douglas es la niña bonita de los
Cornwall. Dime ¿Te gustaría enfrentar a un excepcionalmente furioso Giulian o
Vladimir Cornwall?
El chico lo pensó un momento y llegó a la obvia
conclusión de que tendría que estar loco para buscarse un problema semejante,
ninguno de ellos tendría ni la más mínima posibilidad ante aquellos individuos,
pero al mismo tiempo pensó que aquella era la clase de chica por la que valía
la pena correr el riesgo.
Eowaz se levantó al ver entrar a Samantha, caminó
hacia ella con una sonrisa y extendió sus manos.
-
Samantha -- le
dijo mientras ella extendía las suyas
-- Me alegra verte, pero ¿qué te
trae por aquí a esta hora?
-
No quise
molestar… -- comenzó ella
-
No molestas
criatura. Ven siéntate -- le dijo guiándola hasta la silla y tomando
asiento frente a ella -- ¿Está todo bien?
-
Sí
señor --
dijo con rapidez -- es solo que quería preguntarle algunas cosas.
-
Muy bien, te
escucho.
Ella respiró y trató de ordenar sus pensamientos
antes de comenzar a hablar.
-
Señor, en
primer lugar, le estoy muy agradecida por haberme dado la oportunidad de
entrenarme, pero comienzo a creer que no estaba preparada para esto.
-
¿Por qué lo
dices?
-
Desde el
primer momento me he sentido fuera de lugar
-- le dijo --
Todos los demás, cuando investigaron el origen de nuestros poderes,
resultó sencillo determinarlo, pero conmigo no, fue casi como si no tuviese
ninguno. Estoy segura que de haber tenido que presentar la prueba de admisión,
me habrían rechazado.
-
Lo cual
habría sido un error -- dijo él para sorpresa de ella --
Samantha, si bien es cierto que
el poder de un Arzhvael comienza a manifestarse a los siete años, el desarrollo del mismo no tiene un tiempo
determinado. En algunos casos puede darse muy pronto y en otros de manera más
progresiva. Pero obviando esto, tú y yo sabemos que posees un gran poder.
-
Pero señor,
cuando intentaban determinar a qué elemento…
-
Sé a qué te
estas refiriendo, pero no debes preocuparte por eso, porque lejos de ser un
problema, eso podría significar otras muchas cosas y no necesariamente
malas --
le aseguró, pero ella seguía preocupada
-- Samantha, eres hija de dos de
los más poderosos Arzhaelíes que haya conocido, y he conocido a muchos, pero
aunque no fuese así, he sido personalmente testigo de lo que eres capaz de
hacer, y sé lo que hacías aun antes de regresar a nuestro mundo.
En este punto Sam se sorprendió mucho y lo miro
con los ojos muy abiertos.
-
Sí -- le
dijo él sonriente -- Iván cumplió con su tarea a la perfección,
aunque tú nunca hayas podido verlo, él siempre que sus obligaciones se lo
permitieron, estuvo allí a tu lado. De modo que yo sabía, desde mucho antes, lo
que serías. Así que deja de mortificarte, este entrenamiento te proporcionará
técnicas, pero el verdadero poder, reside en ti.
Una sonrisa se había dibujado en los labios de
Sam, porque aunque Iván le había mencionado en alguna oportunidad, que siempre
se mantuvo al pendiente, no se lo imaginaba a su lado sin que ella lo
notara. Luego de eso, pasó a otro
asunto.
-
Señor, sé
que Iván pidió la tutoría de Mael cuando su padre murió, porque aparte de
estimarlo mucho, tanto él como Vlad estaban preocupados porque Bastian podría
perseguirlo. Hasta ahí puedo entenderlo, pero lo perseguiría solo porque él
estaba al tanto de quién era el responsable de la muerte de su padre, o por
alguna otra razón.
-
Veo que
tienes un razonamiento lógico -- le dijo
-- y sí, hay otras razones para
ello. Hasta donde sabemos, Mael podría ser el último descendiente de la raza
berserker que existe.
-
¿Y eso en
qué lo afecta?
-
En nada,
pero no debes olvidar que Bastian está obsesionado con la pureza de la raza, y
si bien no le habría importado en otras circunstancias, le importa desde el
momento en que se les concedió a los Berserker su derecho a ser considerados
Arzhvaels, del mismo modo que no puede aceptar que los vampiros aunque en
realidad solo son los Natchzherer, hayan obtenido el mismo beneficio.
-
¿Y qué
sucede con los Elfos?
-
El caso de
los Elfos, aunque tampoco los acepta, ellos no son considerados Arzhvaels en
realidad. Son una raza poderosa por derecho propio y muy orgullosa además.
Nunca ha estado en discusión el que sean aceptados como miembros de la raza
Arzhvael, principalmente porque a ellos no les interesa. Por esa razón los ha
dejado en paz, siempre y cuando no interfieran en sus planes.
Ambos guardaron silencio un rato. Sam se
preguntaba si hacer la próxima pregunta o no, pero finalmente se decidió.
-
Señor,
cuando nos informó acerca de lo que había hecho la abuela, nos dijo que cuando
cumpliésemos quince años estaríamos listos para enfrentarlo.
-
No, lo que
dije fue que a partir de los quince, Bastian debía temerles, porque sería a
partir de entonces que según el conjuro de tu abuela, ustedes podrían
enfrentarlo con posibilidades de éxito. Pero eso no significa que deban correr
a buscarlo.
-
No creo que
haga falta, ya se encarga él de buscarnos a nosotros --
dijo ella
-
Si haces
memoria, estoy seguro que notarás un cambio importante en la actuación de
Bastian en relación a ustedes.
-
¿A qué se
refiere?
-
Inicialmente
quería que fuesen llevados a su presencia para matarlos él mismo, pero ahora
solo quiere que se haga a cualquier precio, pero no en su presencia.
-
No
entiendo -- dijo ella
-
Piensa un
poco Samantha, es muy sencillo.
Sam trató de hacer memoria con todo lo que sabía
hasta el momento y de lo que habían dicho de la interpretación de la profecía.
Luego de unos minutos abrió mucho los ojos.
-
No puede
ser --
dijo -- ¿Tiene… miedo?
-
Así es -- le
dijo Eowaz sonriente -- Según lo que fue dicho, solo su sangre podrá
acabarlo, de modo que no es tan estúpido como para enfrentarlos ahora cara a
cara, no correrá ese riesgo si tiene gente que puede hacerlo por él. Eso me
quedó claro cuando fuiste atacada durante la misión. En esta oportunidad no te
lanzaron un conjuro para inmovilizarte, sino uno decididamente mortal.
-
¡Es un
maldito cobarde! -- exclamó ella con indignación, pero luego
recordó dónde y con quien estaba -- Lo lamento señor.
-
No tienes
por qué, aparte de estar de acuerdo contigo, no es beneficioso esconder
nuestros sentimientos -- le dijo y luego agregó --
Ahora más que nunca, es vital que se preparen y estén en capacidad de
defenderse, nosotros hemos hecho todo cuanto hemos podido por protegerlos hasta
ahora, pero en el futuro, dependerán de sus propias habilidades.
-
Lo
haremos -- dijo ella
-- pero quiero que sepa que les
estamos muy agradecidos por todo lo que han hecho por nosotros, aunque nos
apena haberles dado tantos años de molestias
-- en este punto Eowaz rió y ella
lo miró extrañada
-
Mi querida
niña, ustedes apenas tienen quince años, nosotros llevamos muchos más luchando
en contra de Bastian, al menos en mi caso esta batalla ya dura un siglo y
medio.
Ahora fue el turno de Samantha de asombrarse y
recordó lo otro que quería preguntarle.
-
¿Cuántos
años tiene Bastian? -- preguntó primero
-
Bastian
O’Neill tiene ciento noventa años
-
¡Demonios! --
exclamó ella y Eowaz sonrió al recordar a Daniel
-
Si te
parecen muchos, espero que no preguntes la mía
-- dijo con humor
-
No es eso,
es que… bueno… no parece -- pero al ver que él sonreía, ella lo hizo
también -- y si no me equivoco usted debe tener
alrededor de 277 años.
-
¡Vaya! --
dijo él -- Parece que ya se me notan los años
-
No señor, ya
lo sabía porque Aderyn me lo dijo
-
¡Ah, la
señorita McKenzie! Una confiable fuente de información sin duda.
-
¿Y los
demás? Quiero decir, son tan…
-
¿Viejos? -- y
volvió a sonreír -- No, en realidad quedamos muy pocos, han sido
tiempos difíciles y Bastian en el conocimiento de que somos los únicos capaces
de entorpecer sus planes, se ha dedicado a exterminarnos. Los mayores somos,
aparte de Leomer y yo, Waleska y Bran. Los demás son mucho más jóvenes, y la
mayoría contemporáneos de tus padres o solo un poco mayores.
-
Una última
pregunta
-
¿Última? --
preguntó él con una sonrisa
-- No lo creo, pero está bien
-
Bueno, la
última por hoy -- dijo ella entendiendo --
¿Dónde estaban todos los demás Arzhaelíes cuando estábamos en Clever
House?
-
En
diferentes misiones, o protegiendo hasta donde era posible a la población. La
cacería de Bastian se circunscribe a ustedes, a los Cornwall, los Natchzhrer y
todos aquellos que estén muy cerca de estos personajes, como es el caso de los
McKenzie o los jefes de sus escuadrones, y por descontado a mí. De modo que al
ser menos conocidos, corrían menos riesgos.
-
Entiendo.
Muchas gracias -- le dijo
-
No tienes
por qué darlas y las puertas de este despacho siempre estarán abiertas.
Ella le sonrió y se marchó. Por un lado estaba más
tranquila y por el otro más preocupada. No temía por su propia seguridad, sino
por la de sus amigos y como había dicho Eowaz, era vital que se preparasen lo
mejor posible. En cuanto le llegó un airado mensaje de su hermano preguntando
dónde demonios se había metido, apresuró el paso. Tenía mucho que hablar con
ellos.
La semana se les pasó volando y todos querían que
terminase para ir a ver Brendan, ya que la semana anterior, cuando les dijeron
que irían a casa, les informaron también que a partir de ese momento, podrían
ir todos los fines de semana. No obstante, el viernes en la mañana al final
de su clase de duelo con Philip, éste
les anunció que ese fin de semana no podrían salir. Aquello les cayó
terriblemente mal, pero tenían claro que no podían cuestionar las órdenes. También les dijo que
en la tarde, debían ir con Daira, cosa que les extrañó porque aquella Arzhaelí
no les impartía ninguna materia, pero poco antes de las tres de la tarde,
estaban todos formados ante la puerta de su despacho como se les había
ordenado. A las tres en punto los hicieron pasar y mientras las chicas se
emocionaron mucho, los chicos se sintieron fastidiados, porque los habían
citado allí con el fin de hacerle entrega de sus uniformes de gala.
-
Mañana
tendremos un evento importante -- les dijo la Arzhaelí -- y
deben lucir el uniforme de gala
El uniforme normal de un Kriger consistía en un
pantalón negro y una chaqueta corta del mismo color, pero con el borde del
cuello y de las mangas vino tinto, botonadura de plata, una boina vino tinto y
botas altas. La diferencia con el uniforme de gala, era que el color de la
chaqueta variaba y en éste, era vino tinto.
El uniforme de los Arzhaelíes en cambio,
consistía igualmente en un pantalón y chaqueta negros, pero ésta última era
larga y utilizaban un cinturón vino tinto. El vino tinto del borde de las
mangas era más ancho que en el de los Krigers, y el cuello era completamente de
este color con unas estrellas doradas, mismas que aparecían también en las
boinas. Los botones de sus chaquetas, a diferencia del de las de los Krigers,
eran dorados también. Y ellos completaban su atuendo con sus Skik, las cuales
eran vino tinto, con los bordes dorados.
Pero mientras los Krigers estaban obligados a
vestir sus uniformes todo el tiempo, los Arzhaelíes solo cuando estaban en la
sede, de servicio en actos oficiales, en el muy poco común caso de un
enfrentamiento organizado, o cuando así se los requiriesen, como fue el caso de
la asistencia al juicio de Gail. El resto del tiempo, generalmente se les
identificaba, por el uso de botas altas, que era poco habitual en ciudadanos
comunes, y por portar siempre sus Skik.
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