La Magia de Arzhvael

La Magia de Arzhvael
¿Qué es el destino? El destino es un conjunto de hechos inevitables o ineludibles, y existen distintas interpretaciones a cerca de él. Desde el punto de vista religioso, el destino es un gran plan creado por Dios y que no puede ser modificado por nada ni por nadie, algo que se contradice de entrada, con su concepto de libre albedrío. La filosofía en cambio le da un significado algo más amplio. Aceptando que nada sucede por azar, que nada se crea de la nada y que todo tiene una causa, entonces es porque estaba predestinado a suceder desde el momento en el que surgió la causa primaria. Teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos resumir la cuestión, en que el señor destino, es una sucesión de acontecimientos que ocurren en diferente lugar y tiempo y cuyas consecuencias afectan al futuro, porque las acciones presentes son consecuencia de otras pasadas y de ellas derivaran las futuras… Adentrémonos pues, en las vidas, acontecimientos y decisiones que han tomado nuestros protagonistas, y veamos que misterios, aventuras o desventuras traerá consigo… El Destino

lunes, 12 de mayo de 2014

Cap. 04 Sucesos



Los Arzhaelíes habían partido para comenzar su investigación, pero la noche antes de marchar, Giulian había entrado a la habitación de Sam poco antes de que ésta se acostase.
Desde el día de la desafortunada conversación, la chica se había mostrado distante y en muchas ocasiones ausente, y Giulian no estaba seguro de si esa actitud se debía a que estaba molesta, o a que su relación con Casander continuaba y no deseaba que nadie le hablase de ello.
Por aquellos días recordó con nostalgia que cuando Amy se había enamorado de Dan, se había estado comportando en forma similar. La chica a la que había querido como a una hermana, estuvo evitándolo durante semanas, hasta que finalmente una noche pareció no soportarlo más y se lanzó llorando a sus brazos confesándole lo que le sucedía. En un primer momento él había querido apalear a Dan como lo había hecho con Iván, pero la experiencia le había recordado que eso no había servido de nada y que si Amy iba a enamorarse de alguien, mejor que fuese de Dan.
Pero en esta ocasión y aunque Sam presentaba los mismos síntomas que su madre y a pesar de que todos se habían empeñado en hacerle ver a él, que Casander Lèbedev era lo que las chicas llamaban “un buen partido”, algo en su interior se negaba a aceptar aquello.  Sin embargo, tampoco soportaba aquel distanciamiento de su pequeña princesa y le dolía el corazón cada vez que ella lo ignoraba, así como también echaba de menos las largas charlas que solían mantener, aunque la mitad del tiempo ella estaba riñéndolo por algo. Con la mano en el picaporte, sonrió al recordar aquello y cuando abrió la puerta ya había tomado la decisión de que si tenía que tragarse su malestar y su cada vez mayor antipatía por Casander para que ella fuese feliz y recuperarla, estaba dispuesto a ello.
-         ¿Se puede?  --  preguntó asomando la cabeza
-         ¿Ya estás aquí, no?
Para empeorar la situación, de un tiempo a esta parte Sam había desarrollado un humor ácido que superaba con mucho al de su gemelo.
-         ¿Podemos conversar un momento?
-         Tú dirás.
-         Princesa…  --  comenzó pero aunque sabía lo que quería decir, no tenía idea de cómo  --  Me siento terriblemente mal.
-         ¿Y yo qué tengo que ver en ello?  --  preguntó ella con voz fría  --  ¿Hay algún motivo para que eso me interese?
En otras circunstancias y siendo otra la fémina que dijese aquello y lo tratase con semejante frialdad, Giulian habría dado media vuelta y se habría marchado sin siquiera una mirada atrás. Era bien conocido por todos, el orgullo y la arrogancia Cornwall y esos sujetos en raras ocasiones se disculpaban por algo y en ninguna circunstancia pedían perdón. Sin embargo, aquel “proyecto” de mujer, parecía tener el poder y la habilidad para hacerlo sentirse miserable y para hacer que lo único que desease en el mundo fuese su perdón y su felicidad, aunque para ello tuviese que pisotear su orgullo.
-         Princesa, sé que no me asiste el derecho a meterme en tu vida y en tus sentimientos  --  intentó de nuevo  --  y lo único que puedo esgrimir en mi defensa, si es que estás dispuesta a concederme el poder hacerlo, es lo mucho que me importas. Si quieres o no a Casander Lèbedev, es tu decisión y yo estoy dispuesto a aceptarla sea cual sea, lo único que te pido es que no me hagas a un lado, no me excluyas de tu vida  --  hizo un pausa intentando deshacer el nudo que súbitamente se había hecho en su garganta  --  Yo te vi nacer princesa, yo estuve allí, yo sostuve la mano de Amy mientras te traía al mundo, yo escuché tu primer llanto y te tuve en mis brazos. Quizá no sea tu padre, pero juré amarte y protegerte  --  en se momento miró la marca en su mano  --  y es lo único que deseo hacer aunque para ello tuviese que dar mi propia vida.
Sam había permanecido de pie y en silencio escuchándolo, pero súbitamente abandonó su actitud estática y corrió para refugiarse en sus brazos y comenzar a llorar. Giulian sintió verdadero pánico, al recordar de nuevo a Amy, pero trató de conservar la calma y se juró que por mucho que desease hacer pedazos al infeliz de Casander, se mantendría al margen y aceptaría su decisión tal y como lo había prometido. Aunque no podía evitar sentirse enfermo al imaginarla con aquel individuo, se preparó para escuchar de sus propios labios que en realidad sí estaba enamorada del chico.
Con extraña paciencia en él, espero a que la chica se calmara y decidiese hablar, y aunque le parecieron horas finalmente cesó el convulsivo llanto y levantó la cabeza para mirarlo con los ojos enrojecidos.
-         Lo siento Giulian, no quise decir nada de eso  --  se disculpó la chica  --  claro que me importa todo lo que te suceda, por favor no dudes de mi amor por ti, es solo que…
-         Lo sé princesa  --  le dijo al ver que se quedaba callada y maldiciéndose interiormente al sentirse responsable de aquellas lágrimas que le dolían como una herida física  --  Como te dije, todo lo que quiero es recuperar a mi “pequeña princesa”, no me importa de quien estés enamorada  --  esto último era a todas luces una mentira flagrante  --  siempre y cuando eso no te parte de mí.   
Ella le sonrió de manera triste, pero no parecía mucho más dispuesta a hablar del asunto, así que él decidió no insistir. De momento se conformaba con que las cosas volviesen a ser como eran entre ellos. Aunque le pareció ver algo más detrás de aquellos ojos violeta, siguió fiel a su decisión de no preguntar, de manera que le dio un beso en la frente dispuesto a darse por satisfecho y marcharse.
-         Giulian  --  lo llamó ella cuando ya caminaba hacia la puerta  --  yo no estoy enamorada de Casander, no es él…   --  pero Giulian había dejado de escucharla, un escandaloso estruendo de campanas resonaban en su interior. “NO” estaba enamorada  --… el que me interesa.
Aunque Giulian no le había prestado atención a lo que ella había continuado diciendo, porque en su corazón seguía bailando la frase “No estoy enamorada de Casander”, algo en la actitud de la joven le llamó la atención.
-         Giulian en verdad lamento la forma como te he estado tratando, sé que debo controlar mi mal carácter, pero…
Giulian sintió deseos de reír. ¿Qué ella debía controlar su mal carácter? Si alguien debía controlarse era él.
-         No princesa  --  dijo interrumpiéndola  --  soy yo quien debe controlarse  --  sin embargo ella parecía no estarlo escuchando porque siguió como si no la hubiese interrumpido.
-         … es que no quiero que te vayas, me aterra pensar en lo que puede sucederte y no quiero perderte.
Giulian la miró confundido hasta que cayó en la cuenta de que la chica hablaba de su próxima partida. Sintió una extraña calidez en su corazón al ver la preocupación de ella, pero tenía que quitarle aquellas ideas de la cabeza. No era necesario que se preocupase de aquel modo, porque él sabía perfectamente lo que hacía, aunque todos sustentasen la opinión de que estaba loco. De manera que decidió molestarla un poco a ver si con ello conseguía desviar su atención.
-         No lo puedo creer  --  dijo en tono burlón  --  la hija de Dan y Amy ¿una cobarde? 
Si Giulian hubiese prestado atención al  peligroso brillo de aquellos ojos, habría cerrado prudentemente la boca. Pero la prudencia no era precisamente una de las virtudes del gemelo.
-           ¡Vamos princesa!  --  continuó  --  Dan se sentiría muy decepcionado de que una hija suya sintiese miedo por una misión.  Para tu padre lo divertido estaba en el peligro y te aseguro…
-         ¡Y por eso está muerto!  --  dijo ella con una mezcla de dolor y de ira
La súbita exclamación tomó a Giulian por sorpresa. Trató de acercarse pero ella lo miraba con los ojos arrasados en lágrimas aunque con decisión.
-         Nunca  --  le dijo con ira  --  nunca vuelvas a llamarme cobarde si no quieres descubrir que no es la falta de juicio lo que me identifica como hija de Daniel Douglas.
Y para sorpresa de Giulian, salió de la habitación dando un sonoro portazo. No había que ser un genio para saber que había cometido un grave error. El breve lapso de felicidad que lo había embargado al escucharla decir que no le interesaba el estúpido ruso, se había evaporado con rapidez y había sido sustituido por un malestar que asociaba a su infancia. El padre de los gemelos era un hombre amable y paciente, pero con lo que era intolerante era con la terquedad, de modo que él y su hermano habían aprendido que cuando insistían en una obvia tontería, invariablemente su padre buscaba una varita de sauce y les enseñaba a sus hijos las consecuencias de semejante conducta. En este momento Giulian estaba sintiendo el mismo malestar y lo único que faltaba era el dolor producido por la varita. No sabía en qué exactamente se había equivocado, pero no le cabía duda de que lo había hecho y mucho.

Sam había abandonado su habitación a ciegas y sin un destino predeterminado, solo quería huir de la presencia de Giulian. No entendía cómo era posible que aquel imbécil no se diera cuenta que no era por cobardía que le aterraba la idea de que se expusiese más de lo necesario. Lo que la asustaba era perderlo.  Cuando Giulian se burló de aquella manera haciendo alusión a lo que todos decían acerca de la  osadía de su padre, Sam sintió un terrible dolor en el corazón y no pudo evitar pensar que de no haber sido por ello, quizá aún tendría un padre y de allí su violenta reacción.
Pensó en salir al balcón pero era algo que no sería prudente debido a las bajas temperaturas, de manera que se dirigió a la biblioteca. Dudaba mucho que pudiese concentrarse en la lectura, pero al menos haría el intento. Se adentró en ella mirando las estanterías y recordó por un momento la cara de Aderyn la primera vez que habían entrado allí. Ciertamente aquello era lo más parecido al paraíso para la chica, aunque a Sam le apasionaba la lectura igual que a Mael, para Aderyn era casi tan vital como el aire para respirar.
El lugar estaba tenuemente iluminado a aquellas horas, así que no se esforzó mucho en buscar algún título en particular y tomó un libro encaminándose luego hacia uno de los sillones. Apenas había hojeado unas cuantas páginas, cuando sus sentidos se pusieron alertas.
-         Esta luz no es la más adecuada para leer  --  dijo una voz a sus espaldas cuando ella estaba a punto de lanzar un conjuro a “lo que fuese” que estaba tras ella  --  podría ser perjudicial para tu vista, suponiendo que tu intención sea realmente leer
Sam se volvió y respiró aliviada por no haber lanzado nada. Will, el hermano menos comunicativo de los McKenzie la miraba a poca distancia.
-         Me has dado un gran susto, Will  --  le dijo ella
-         ¿Tú, asustada?  --  preguntó él elevando una ceja  --  Lo dudo mucho.
-         Bueno, tal vez no asustada  --  reconoció Sam  --  pero me alegra mucho no haber reaccionado de manera menos “amable” teniendo en cuenta que eres tú el que está aquí, y las posibles condiciones en las que habrías quedado.
Will la miró y sonrió ligeramente, porque había dos cosas de las que estaba absolutamente seguro, la primera era que en la cadena genética de aquella chica no había sido insertado el gen de la cobardía. Y segundo, que lo que acababa de decir era cierto, si ella lo hubiese atacado tenía pocas posibilidades de haber salido ileso, él estaba en perfecto conocimiento del poder que ella poseía.
-         Bien me alegra que no lo hayas hecho entonces  --  levantó la taza que tenía en las manos y le hizo un gesto con ella  --  Hace frío ¿te gustaría una taza de chocolate?
-         Claro, gracias  --  respondió de manera automática y más que por desearla, fue por la sorpresa
Sam se quedó observándolo unos minutos mientras él llamaba a uno de los Nisser del Castillo y hacía su petición. Si su memoria no le fallaba era la primera vez que había cruzado algo más que el saludo con él, y ciertamente era la primera vez que lo veía sonreír. En los casi ocho años que llevaba conociendo a la familia McKenzie, había llegado a la conclusión de que Will evitaba con decisión a la gente, y aunque en un principio esto despertó su curiosidad, luego entre tantas cosas que les había tocado vivir, había dejado aquello por banal. Si el chico no era muy sociable era su asunto y ella no tenía por qué andar de curiosa. No se había dado cuenta que lo miraba de forma curiosa y durante un prolongado rato hasta que él le ofreció la taza y fue a sentarse en un sillón frente al suyo mientras ella seguía ahí de pie.
-         ¿No vas a sentarte?  --  le preguntó y si sus ojos no la engañaban, había un asomo de humor en los de él  --  No tienes por qué estar tan sorprendida, aunque hayas tenido la idea errónea de que no sé hablar, ya ves que no es así.
Samantha se sintió abochornada y aunque dudaba mucho que él hubiese podido ver lo que estaba pensando, porque era un hábito muy bien aprendido ya el de cerrar su mente a incursiones no deseadas, evidentemente estaba siendo muy obvia.
-         No creo que ese libro en realidad te resulte muy interesante  --  le dijo mirando el libro que descansaba en el regazo de ella  --  A pesar de que solo viviste entre los Firbolg unos pocos años y no te relacionaste mucho con ellos, dudo que te resulten de mucho interés sus costumbres.
Ella miró el libro prestándole atención real por primera vez, y al leer el título “Usos y costumbres en el Mundo de los Firbolg”, entendió lo que él había querido decir.
-         No es lo que acostumbras leer  --  agregó con una media sonrisa
-         Vaya  --  logró decir ella  --  No solo parece que conoces todos los libros que hay aquí, sino que además sabes lo que acostumbro leer.
-         Es mi deber conocer las herramientas con las que realizo mi trabajo  --  le dijo  --  y en cuanto a saber lo que lees, pues solo mi hermana, el chico Berserker y tú, hacen uso continuo de la Biblioteca, de manera que es lógico que conozca sus intereses literarios.
Sam estaba realmente sorprendida, aunque intentaba disimularlo lo mejor que podía. Aparte de ser la primera vez que lo escuchaba hablar tanto, no había esperado en ningún caso que después de ofrecerle el chocolate se quedase a charlar. Lo normal en él, en caso de haberse querido mostrar amable, habría sido que luego de entregarle la taza, hubiese dado media vuelta y hubiera seguido con lo suyo. De manera que le resultaba insólito tenerlo en frente y manteniendo una conversación más o menos cordial, porque otra de las características que le había notado al chico, era que no solo era huraño, sino que también era hosco. Su comunicación solía ser monosilábica y generalmente en tono cortante.
Pero había muchas cosas que Sam, al igual que la mayoría de las personas, incluidos sus padres y hermanos, no sabían de Will.

El día siguiente comenzó mal para Sam. Tanto ella como los chicos estaban más o menos al tanto de las misiones que efectuarían los Arzhaelíes, pero no de los detalles. Por ello cuando vio a Laria colgada del brazo de Giulian, sintió una ira feroz, especialmente porque la Kriger no se molestaba en disimular ni su desmedido interés por el gemelo, ni su enorme satisfacción por encontrarse en aquella posición.
Aunque Sam había tenido la idea de disculparse con Giulian por su precipitada salida de la noche anterior y por haberle gritado de aquella manera, al verlo aparentemente tan cómodo con aquella arpía del brazo, sintió verdaderos deseos de arrancarle su estúpida sonrisa de los labios. Y lo que dijo Giulian a continuación lejos de contribuir a mejorar las cosas, solo hicieron que la chica se enfureciese aún más.
-         Buenos días princesa  --  le dijo caminando hacia ella con Laria del brazo  --  ¿Qué te parece mi nueva “esposa”?
-         ¡Aléjate de mí Giulian Cornwall!  --  exclamó apartándose  --  A menos que desees comprobar con hechos, lo muy desagradable que me resulta tu presencia.
Todos los presentes, sin excepción alguna, la miraron con los ojos muy abiertos. Si bien era cierto que estaban acostumbrados a los pleitos entre Sam y Giulian, también era cierto que estos la mayor parte del tiempo eran en tono jocoso e invariablemente terminaban con Sam en brazos de Giulian riéndose mucho los dos. De modo que aquella extraña y agresiva réplica, los tomó a todos de sorpresa, incluido el mismo Giulian. Él no esperaba que estuviese muy contenta después de la poco cordial despedida de la noche anterior, pero tampoco esperaba un trato como aquel. Danny había experimentado una ira violenta, que estaba seguro pertenecía a su hermana y no a él, y se preguntó qué demonios habría hecho Giulian para molestarla tanto. Iván los miraba con asombro y preocupación, mientras que Vlad no miró a Sam sino que miró a Giulian con una expresión de decidida preocupación, tanto, que llamó la atención de su esposa.
-         ¿Qué te sucede?  --  le preguntó ella  --  ¿Por qué tan preocupado? Sam no sería capaz…
-         No estoy preocupado por Sam  --  la interrumpió  --  pero espero estar terriblemente equivocado.
Eve no tuvo ocasión de preguntar la razón de aquella enigmática respuesta, porque en ese momento todos centraron su atención en lo que estaba sucediendo.
Giulian había tenido la intención de seguir a Sam y disculparse de nuevo por cualquier cosa que le hubiese hecho para disgustarla, pero Laria no se distinguía por su inteligencia.
-         Déjala, ya debemos prepararnos para partir, ya se le pasará es solo una niña malcriada y la verdad pienso que…
Sin embargo, nadie se enteró de qué era lo que pensaba, en el caso de que alguien hubiese estado interesado en saberlo, porque calló súbitamente y a continuación emitió un chillido agudo que hizo que los que no estaban mirándola con intenciones de asesinarla, se volviesen a mirarla. El rostro, el cuello y los brazos que eran las partes visibles de su anatomía, comenzaron a ser cubiertos por una violenta y desagradable erupción.
Sam se había detenido en el momento que la escuchó llamarla “niña malcriada” y se volvió a medias con una expresión en sus ojos que habría sido insensato ignorar, y acto seguido la chica había comenzado a gritar. Sam esbozó una ligera sonrisa que solo fue advertida por Jonathan y siguió su camino hacia la salida. A pesar de que no era agradable lo que estaba sucediéndole a Laria, era probable que con aquello Sam la hubiese salvado de algo peor, porque los gemelos, Iván, Kenny y hasta el ecuánime Mael, se habían vuelto hacia ella y sus ojos no auguraban nada bueno.
Siendo Giulian el más cercano a Laria y luego de haber estado mirando a Sam con una expresión dolida por su trato, en cuanto había escuchado a la Kriger se había vuelto con una mirada feroz y la había asido sin ninguna delicadeza por un brazo, pero en cuanto la chica comenzó a gritar la soltó. Eve y Anne se apresuraron hacia la chica con intención de ayudarla, mientras que las McKenzie sonreían con poco disimulo y los chicos tenían expresión de desconcierto.
Sam por su parte y luego de haber hecho lo que hizo, salió sin volver la vista y no se detuvo hasta llegar a la puerta que daba acceso al área del Castillo destinada a la Escuela. Se recargó en la pared y por un momento pensó en lo que acababa de hacer, pero por más que buscó en su interior, no encontró ni una pequeña sombra de arrepentimiento y pocos minutos después llegaron los chicos.
-         ¿Estás bien nena?  --  preguntó Mael y ella asintió
-         Pues ciertamente Laria no puede decir lo mismo  --  dijo Gail con una sonrisa maligna
-         Eso estuvo superior Sam  --  reconoció Diandra
-         Hermana, definitivamente es un mal negocio meterse contigo y espero que esa señorita haya aprendido la lección  --  dijo Danny acercándose a ella y pasándole un brazo por los hombros
La única que no había dicho nada y miraba a Sam con atención era Aderyn, pero luego de unos minutos movió la cabeza como descartando lo que estaba pensando.
-         Ya sé que no apruebas esta clase de cosas Aderyn  --  se disculpó Sam  --  pero es que esa mujer es…
-         Descuida  --  la interrumpió la rubia  --  es probable que la hayas salvado de un destino mucho peor.
-         ¿A qué te refieres?
-         No te quedaste le tiempo suficiente para ver que Giulian casi le arranca el brazo y de no haber sido por lo que le hiciste, es muy posible que a estas alturas esa chica...
-         No digas tonterías Aderyn  --  la interrumpió Gail en tono de recriminación  --  Giulian es un caballero y sería incapaz de golpear a una mujer.
-         No si estoy segura que no se habría molestado en golpearla, lo más seguro es que la hubiese hecho polvo sin agitarse mucho  --  dijo ella

Era tan extraño escuchar a Aderyn expresarse de aquel modo, que todos terminaron riendo, pero mientras pasaban a la Escuela, la chica seguía pensando en lo que había venido viendo, pero decidió que lo más probable era que estuviese muy equivocada.

2 comentarios:

  1. No me digas q Sam esta enamorada de Giulian nooo jajaja yo quiero q se quede con Mael :p
    Saludos :)

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    Respuestas
    1. Buenas noches Keila...

      jajajaja pues no sé, habrá q esperar para saber eso, aunque no creo q sea mucho, xq si leiste la primera parte, sabrás q los miembros de esta raza alcanzan la madurez muy temprano, así q seguramente lo sabremos pronto, jeje...

      gracias x seguir aquí y dejar tu opinión Keila... nos leemos en el sig... kisses...

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