Los
Arzhaelíes habían partido para comenzar su investigación, pero la noche antes
de marchar, Giulian había entrado a la habitación de Sam poco antes de que ésta
se acostase.
Desde
el día de la desafortunada conversación, la chica se había mostrado distante y
en muchas ocasiones ausente, y Giulian no estaba seguro de si esa actitud se
debía a que estaba molesta, o a que su relación con Casander continuaba y no
deseaba que nadie le hablase de ello.
Por
aquellos días recordó con nostalgia que cuando Amy se había enamorado de Dan,
se había estado comportando en forma similar. La chica a la que había querido
como a una hermana, estuvo evitándolo durante semanas, hasta que finalmente una
noche pareció no soportarlo más y se lanzó llorando a sus brazos confesándole
lo que le sucedía. En un primer momento él había querido apalear a Dan como lo
había hecho con Iván, pero la experiencia le había recordado que eso no había
servido de nada y que si Amy iba a enamorarse de alguien, mejor que fuese de
Dan.
Pero
en esta ocasión y aunque Sam presentaba los mismos síntomas que su madre y a
pesar de que todos se habían empeñado en hacerle ver a él, que Casander Lèbedev
era lo que las chicas llamaban “un buen partido”, algo en su interior se negaba
a aceptar aquello. Sin embargo, tampoco
soportaba aquel distanciamiento de su pequeña princesa y le dolía el corazón
cada vez que ella lo ignoraba, así como también echaba de menos las largas
charlas que solían mantener, aunque la mitad del tiempo ella estaba riñéndolo
por algo. Con la mano en el picaporte, sonrió al recordar aquello y cuando
abrió la puerta ya había tomado la decisión de que si tenía que tragarse su
malestar y su cada vez mayor antipatía por Casander para que ella fuese feliz y
recuperarla, estaba dispuesto a ello.
-
¿Se puede? --
preguntó asomando la cabeza
-
¿Ya estás aquí, no?
Para
empeorar la situación, de un tiempo a esta parte Sam había desarrollado un
humor ácido que superaba con mucho al de su gemelo.
-
¿Podemos conversar un momento?
-
Tú dirás.
-
Princesa…
-- comenzó pero aunque sabía lo
que quería decir, no tenía idea de cómo
-- Me siento terriblemente mal.
-
¿Y yo qué tengo que ver en ello? --
preguntó ella con voz fría
-- ¿Hay algún motivo para que eso
me interese?
En
otras circunstancias y siendo otra la fémina que dijese aquello y lo tratase
con semejante frialdad, Giulian habría dado media vuelta y se habría marchado
sin siquiera una mirada atrás. Era bien conocido por todos, el orgullo y la
arrogancia Cornwall y esos sujetos en raras ocasiones se disculpaban por algo y
en ninguna circunstancia pedían perdón. Sin embargo, aquel “proyecto” de mujer,
parecía tener el poder y la habilidad para hacerlo sentirse miserable y para
hacer que lo único que desease en el mundo fuese su perdón y su felicidad,
aunque para ello tuviese que pisotear su orgullo.
-
Princesa, sé que no me asiste el derecho
a meterme en tu vida y en tus sentimientos
-- intentó de nuevo -- y
lo único que puedo esgrimir en mi defensa, si es que estás dispuesta a
concederme el poder hacerlo, es lo mucho que me importas. Si quieres o no a
Casander Lèbedev, es tu decisión y yo estoy dispuesto a aceptarla sea cual sea,
lo único que te pido es que no me hagas a un lado, no me excluyas de tu
vida --
hizo un pausa intentando deshacer el nudo que súbitamente se había hecho
en su garganta -- Yo te vi nacer princesa, yo estuve allí, yo
sostuve la mano de Amy mientras te traía al mundo, yo escuché tu primer llanto
y te tuve en mis brazos. Quizá no sea tu padre, pero juré amarte y protegerte -- en
se momento miró la marca en su mano
-- y es lo único que deseo hacer
aunque para ello tuviese que dar mi propia vida.
Sam
había permanecido de pie y en silencio escuchándolo, pero súbitamente abandonó
su actitud estática y corrió para refugiarse en sus brazos y comenzar a llorar.
Giulian sintió verdadero pánico, al recordar de nuevo a Amy, pero trató de
conservar la calma y se juró que por mucho que desease hacer pedazos al infeliz
de Casander, se mantendría al margen y aceptaría su decisión tal y como lo
había prometido. Aunque no podía evitar sentirse enfermo al imaginarla con
aquel individuo, se preparó para escuchar de sus propios labios que en realidad
sí estaba enamorada del chico.
Con
extraña paciencia en él, espero a que la chica se calmara y decidiese hablar, y
aunque le parecieron horas finalmente cesó el convulsivo llanto y levantó la
cabeza para mirarlo con los ojos enrojecidos.
-
Lo siento Giulian, no quise decir nada de
eso --
se disculpó la chica -- claro que me importa todo lo que te suceda,
por favor no dudes de mi amor por ti, es solo que…
-
Lo sé princesa -- le
dijo al ver que se quedaba callada y maldiciéndose interiormente al sentirse
responsable de aquellas lágrimas que le dolían como una herida física --
Como te dije, todo lo que quiero es recuperar a mi “pequeña princesa”,
no me importa de quien estés enamorada
-- esto último era a todas luces
una mentira flagrante -- siempre y cuando eso no te parte de mí.
Ella
le sonrió de manera triste, pero no parecía mucho más dispuesta a hablar del
asunto, así que él decidió no insistir. De momento se conformaba con que las
cosas volviesen a ser como eran entre ellos. Aunque le pareció ver algo más
detrás de aquellos ojos violeta, siguió fiel a su decisión de no preguntar, de
manera que le dio un beso en la frente dispuesto a darse por satisfecho y
marcharse.
-
Giulian
-- lo llamó ella cuando ya
caminaba hacia la puerta -- yo no estoy enamorada de Casander, no es
él… --
pero Giulian había dejado de escucharla, un escandaloso estruendo de
campanas resonaban en su interior. “NO” estaba enamorada --… el que me interesa.
Aunque
Giulian no le había prestado atención a lo que ella había continuado diciendo,
porque en su corazón seguía bailando la frase “No estoy enamorada de Casander”, algo en la actitud de la joven le
llamó la atención.
-
Giulian en verdad lamento la forma como
te he estado tratando, sé que debo controlar mi mal carácter, pero…
Giulian
sintió deseos de reír. ¿Qué ella debía controlar su mal carácter? Si alguien
debía controlarse era él.
-
No princesa --
dijo interrumpiéndola -- soy yo quien debe controlarse -- sin
embargo ella parecía no estarlo escuchando porque siguió como si no la hubiese
interrumpido.
-
… es que no quiero que te vayas, me
aterra pensar en lo que puede sucederte y no quiero perderte.
Giulian
la miró confundido hasta que cayó en la cuenta de que la chica hablaba de su
próxima partida. Sintió una extraña calidez en su corazón al ver la
preocupación de ella, pero tenía que quitarle aquellas ideas de la cabeza. No
era necesario que se preocupase de aquel modo, porque él sabía perfectamente lo
que hacía, aunque todos sustentasen la opinión de que estaba loco. De manera
que decidió molestarla un poco a ver si con ello conseguía desviar su atención.
-
No lo puedo creer --
dijo en tono burlón -- la hija de Dan y Amy ¿una cobarde?
Si
Giulian hubiese prestado atención al
peligroso brillo de aquellos ojos, habría cerrado prudentemente la boca.
Pero la prudencia no era precisamente una de las virtudes del gemelo.
-
¡Vamos princesa! --
continuó -- Dan se sentiría muy decepcionado de que una
hija suya sintiese miedo por una misión.
Para tu padre lo divertido estaba en el peligro y te aseguro…
-
¡Y por eso está muerto! --
dijo ella con una mezcla de dolor y de ira
La
súbita exclamación tomó a Giulian por sorpresa. Trató de acercarse pero ella lo
miraba con los ojos arrasados en lágrimas aunque con decisión.
-
Nunca
-- le dijo con ira --
nunca vuelvas a llamarme cobarde si no quieres descubrir que no es la
falta de juicio lo que me identifica como hija de Daniel Douglas.
Y para
sorpresa de Giulian, salió de la habitación dando un sonoro portazo. No había
que ser un genio para saber que había cometido un grave error. El breve lapso
de felicidad que lo había embargado al escucharla decir que no le interesaba el
estúpido ruso, se había evaporado con rapidez y había sido sustituido por un
malestar que asociaba a su infancia. El padre de los gemelos era un hombre
amable y paciente, pero con lo que era intolerante era con la terquedad, de
modo que él y su hermano habían aprendido que cuando insistían en una obvia
tontería, invariablemente su padre buscaba una varita de sauce y les enseñaba a
sus hijos las consecuencias de semejante conducta. En este momento Giulian
estaba sintiendo el mismo malestar y lo único que faltaba era el dolor
producido por la varita. No sabía en qué exactamente se había equivocado, pero
no le cabía duda de que lo había hecho y mucho.
Sam
había abandonado su habitación a ciegas y sin un destino predeterminado, solo
quería huir de la presencia de Giulian. No entendía cómo era posible que aquel
imbécil no se diera cuenta que no era por cobardía que le aterraba la idea de
que se expusiese más de lo necesario. Lo que la asustaba era perderlo. Cuando Giulian se burló de aquella manera
haciendo alusión a lo que todos decían acerca de la osadía de su padre, Sam sintió un terrible
dolor en el corazón y no pudo evitar pensar que de no haber sido por ello,
quizá aún tendría un padre y de allí su violenta reacción.
Pensó
en salir al balcón pero era algo que no sería prudente debido a las bajas
temperaturas, de manera que se dirigió a la biblioteca. Dudaba mucho que
pudiese concentrarse en la lectura, pero al menos haría el intento. Se adentró
en ella mirando las estanterías y recordó por un momento la cara de Aderyn la
primera vez que habían entrado allí. Ciertamente aquello era lo más parecido al
paraíso para la chica, aunque a Sam le apasionaba la lectura igual que a Mael,
para Aderyn era casi tan vital como el aire para respirar.
El
lugar estaba tenuemente iluminado a aquellas horas, así que no se esforzó mucho
en buscar algún título en particular y tomó un libro encaminándose luego hacia
uno de los sillones. Apenas había hojeado unas cuantas páginas, cuando sus
sentidos se pusieron alertas.
-
Esta luz no es la más adecuada para
leer --
dijo una voz a sus espaldas cuando ella estaba a punto de lanzar un
conjuro a “lo que fuese” que estaba tras ella
-- podría ser perjudicial para tu
vista, suponiendo que tu intención sea realmente leer
Sam se
volvió y respiró aliviada por no haber lanzado nada. Will, el hermano menos
comunicativo de los McKenzie la miraba a poca distancia.
-
Me has dado un gran susto, Will -- le
dijo ella
-
¿Tú, asustada? --
preguntó él elevando una ceja
-- Lo dudo mucho.
-
Bueno, tal vez no asustada --
reconoció Sam -- pero me alegra mucho no haber reaccionado de
manera menos “amable” teniendo en cuenta que eres tú el que está aquí, y las
posibles condiciones en las que habrías quedado.
Will
la miró y sonrió ligeramente, porque había dos cosas de las que estaba
absolutamente seguro, la primera era que en la cadena genética de aquella chica
no había sido insertado el gen de la cobardía. Y segundo, que lo que acababa de
decir era cierto, si ella lo hubiese atacado tenía pocas posibilidades de haber
salido ileso, él estaba en perfecto conocimiento del poder que ella poseía.
-
Bien me alegra que no lo hayas hecho
entonces -- levantó la taza que tenía en las manos y le
hizo un gesto con ella -- Hace frío ¿te gustaría una taza de chocolate?
-
Claro, gracias --
respondió de manera automática y más que por desearla, fue por la
sorpresa
Sam se
quedó observándolo unos minutos mientras él llamaba a uno de los Nisser del
Castillo y hacía su petición. Si su memoria no le fallaba era la primera vez
que había cruzado algo más que el saludo con él, y ciertamente era la primera
vez que lo veía sonreír. En los casi ocho años que llevaba conociendo a la
familia McKenzie, había llegado a la conclusión de que Will evitaba con
decisión a la gente, y aunque en un principio esto despertó su curiosidad,
luego entre tantas cosas que les había tocado vivir, había dejado aquello por banal.
Si el chico no era muy sociable era su asunto y ella no tenía por qué andar de
curiosa. No se había dado cuenta que lo miraba de forma curiosa y durante un
prolongado rato hasta que él le ofreció la taza y fue a sentarse en un sillón
frente al suyo mientras ella seguía ahí de pie.
-
¿No vas a sentarte? -- le
preguntó y si sus ojos no la engañaban, había un asomo de humor en los de
él --
No tienes por qué estar tan sorprendida, aunque hayas tenido la idea
errónea de que no sé hablar, ya ves que no es así.
Samantha
se sintió abochornada y aunque dudaba mucho que él hubiese podido ver lo que
estaba pensando, porque era un hábito muy bien aprendido ya el de cerrar su
mente a incursiones no deseadas, evidentemente estaba siendo muy obvia.
-
No creo que ese libro en realidad te
resulte muy interesante -- le dijo mirando el libro que descansaba en el
regazo de ella -- A pesar de que solo viviste entre los Firbolg
unos pocos años y no te relacionaste mucho con ellos, dudo que te resulten de
mucho interés sus costumbres.
Ella
miró el libro prestándole atención real por primera vez, y al leer el título “Usos y costumbres en el Mundo de los
Firbolg”, entendió lo que él había querido decir.
-
No es lo que acostumbras leer --
agregó con una media sonrisa
-
Vaya
-- logró decir ella -- No
solo parece que conoces todos los libros que hay aquí, sino que además sabes lo
que acostumbro leer.
-
Es mi deber conocer las herramientas con
las que realizo mi trabajo -- le dijo
-- y en cuanto a saber lo que
lees, pues solo mi hermana, el chico Berserker y tú, hacen uso continuo de la
Biblioteca, de manera que es lógico que conozca sus intereses literarios.
Sam
estaba realmente sorprendida, aunque intentaba disimularlo lo mejor que podía.
Aparte de ser la primera vez que lo escuchaba hablar tanto, no había esperado
en ningún caso que después de ofrecerle el chocolate se quedase a charlar. Lo
normal en él, en caso de haberse querido mostrar amable, habría sido que luego
de entregarle la taza, hubiese dado media vuelta y hubiera seguido con lo suyo.
De manera que le resultaba insólito tenerlo en frente y manteniendo una
conversación más o menos cordial, porque otra de las características que le
había notado al chico, era que no solo era huraño, sino que también era hosco.
Su comunicación solía ser monosilábica y generalmente en tono cortante.
Pero
había muchas cosas que Sam, al igual que la mayoría de las personas, incluidos
sus padres y hermanos, no sabían de Will.
El día
siguiente comenzó mal para Sam. Tanto ella como los chicos estaban más o menos
al tanto de las misiones que efectuarían los Arzhaelíes, pero no de los
detalles. Por ello cuando vio a Laria colgada del brazo de Giulian, sintió una
ira feroz, especialmente porque la Kriger no se molestaba en disimular ni su
desmedido interés por el gemelo, ni su enorme satisfacción por encontrarse en
aquella posición.
Aunque
Sam había tenido la idea de disculparse con Giulian por su precipitada salida
de la noche anterior y por haberle gritado de aquella manera, al verlo
aparentemente tan cómodo con aquella arpía del brazo, sintió verdaderos deseos
de arrancarle su estúpida sonrisa de los labios. Y lo que dijo Giulian a
continuación lejos de contribuir a mejorar las cosas, solo hicieron que la
chica se enfureciese aún más.
-
Buenos días princesa -- le
dijo caminando hacia ella con Laria del brazo
-- ¿Qué te parece mi nueva “esposa”?
-
¡Aléjate de mí Giulian Cornwall! --
exclamó apartándose -- A menos que desees comprobar con hechos, lo
muy desagradable que me resulta tu presencia.
Todos
los presentes, sin excepción alguna, la miraron con los ojos muy abiertos. Si
bien era cierto que estaban acostumbrados a los pleitos entre Sam y Giulian,
también era cierto que estos la mayor parte del tiempo eran en tono jocoso e
invariablemente terminaban con Sam en brazos de Giulian riéndose mucho los dos.
De modo que aquella extraña y agresiva réplica, los tomó a todos de sorpresa,
incluido el mismo Giulian. Él no esperaba que estuviese muy contenta después de
la poco cordial despedida de la noche anterior, pero tampoco esperaba un trato
como aquel. Danny había experimentado una ira violenta, que estaba seguro
pertenecía a su hermana y no a él, y se preguntó qué demonios habría hecho
Giulian para molestarla tanto. Iván los miraba con asombro y preocupación,
mientras que Vlad no miró a Sam sino que miró a Giulian con una expresión de
decidida preocupación, tanto, que llamó la atención de su esposa.
-
¿Qué te sucede? -- le
preguntó ella -- ¿Por qué tan preocupado? Sam no sería capaz…
-
No estoy preocupado por Sam -- la
interrumpió -- pero espero estar terriblemente equivocado.
Eve no
tuvo ocasión de preguntar la razón de aquella enigmática respuesta, porque en
ese momento todos centraron su atención en lo que estaba sucediendo.
Giulian
había tenido la intención de seguir a Sam y disculparse de nuevo por cualquier
cosa que le hubiese hecho para disgustarla, pero Laria no se distinguía por su
inteligencia.
-
Déjala, ya debemos prepararnos para
partir, ya se le pasará es solo una niña malcriada y la verdad pienso que…
Sin
embargo, nadie se enteró de qué era lo que pensaba, en el caso de que alguien
hubiese estado interesado en saberlo, porque calló súbitamente y a continuación
emitió un chillido agudo que hizo que los que no estaban mirándola con intenciones
de asesinarla, se volviesen a mirarla. El rostro, el cuello y los brazos que
eran las partes visibles de su anatomía, comenzaron a ser cubiertos por una
violenta y desagradable erupción.
Sam se
había detenido en el momento que la escuchó llamarla “niña malcriada” y se
volvió a medias con una expresión en sus ojos que habría sido insensato
ignorar, y acto seguido la chica había comenzado a gritar. Sam esbozó una
ligera sonrisa que solo fue advertida por Jonathan y siguió su camino hacia la
salida. A pesar de que no era agradable lo que estaba sucediéndole a Laria, era
probable que con aquello Sam la hubiese salvado de algo peor, porque los
gemelos, Iván, Kenny y hasta el ecuánime Mael, se habían vuelto hacia ella y
sus ojos no auguraban nada bueno.
Siendo
Giulian el más cercano a Laria y luego de haber estado mirando a Sam con una
expresión dolida por su trato, en cuanto había escuchado a la Kriger se había
vuelto con una mirada feroz y la había asido sin ninguna delicadeza por un
brazo, pero en cuanto la chica comenzó a gritar la soltó. Eve y Anne se
apresuraron hacia la chica con intención de ayudarla, mientras que las McKenzie
sonreían con poco disimulo y los chicos tenían expresión de desconcierto.
Sam
por su parte y luego de haber hecho lo que hizo, salió sin volver la vista y no
se detuvo hasta llegar a la puerta que daba acceso al área del Castillo
destinada a la Escuela. Se recargó en la pared y por un momento pensó en lo que
acababa de hacer, pero por más que buscó en su interior, no encontró ni una
pequeña sombra de arrepentimiento y pocos minutos después llegaron los chicos.
-
¿Estás bien nena? --
preguntó Mael y ella asintió
-
Pues ciertamente Laria no puede decir lo
mismo --
dijo Gail con una sonrisa maligna
-
Eso estuvo superior Sam -- reconoció
Diandra
-
Hermana, definitivamente es un mal
negocio meterse contigo y espero que esa señorita haya aprendido la
lección -- dijo Danny acercándose a ella y pasándole un
brazo por los hombros
La
única que no había dicho nada y miraba a Sam con atención era Aderyn, pero
luego de unos minutos movió la cabeza como descartando lo que estaba pensando.
-
Ya sé que no apruebas esta clase de cosas
Aderyn -- se disculpó Sam --
pero es que esa mujer es…
-
Descuida
-- la interrumpió la rubia -- es
probable que la hayas salvado de un destino mucho peor.
-
¿A qué te refieres?
-
No te quedaste le tiempo suficiente para
ver que Giulian casi le arranca el brazo y de no haber sido por lo que le
hiciste, es muy posible que a estas alturas esa chica...
-
No digas tonterías Aderyn -- la
interrumpió Gail en tono de recriminación
-- Giulian es un caballero y
sería incapaz de golpear a una mujer.
-
No si estoy segura que no se habría
molestado en golpearla, lo más seguro es que la hubiese hecho polvo sin
agitarse mucho -- dijo ella
Era
tan extraño escuchar a Aderyn expresarse de aquel modo, que todos terminaron
riendo, pero mientras pasaban a la Escuela, la chica seguía pensando en lo que
había venido viendo, pero decidió que lo más probable era que estuviese muy
equivocada.
No me digas q Sam esta enamorada de Giulian nooo jajaja yo quiero q se quede con Mael :p
ResponderEliminarSaludos :)
Buenas noches Keila...
Eliminarjajajaja pues no sé, habrá q esperar para saber eso, aunque no creo q sea mucho, xq si leiste la primera parte, sabrás q los miembros de esta raza alcanzan la madurez muy temprano, así q seguramente lo sabremos pronto, jeje...
gracias x seguir aquí y dejar tu opinión Keila... nos leemos en el sig... kisses...