Giulian
había tenido una desagradable discusión con Eowaz acerca del paradero de Iván,
pero por mucho que argumentó, gritó y hasta perdiendo el juicio amenazó, Eowaz
se mantuvo inflexible. No era porque no
le interesara la suerte de Sam, sino porque sabía de cierto que Iván nada
podría hacer por ella y sacarlo de donde se encontraba en aquel momento era
arriesgar la misión sin ningún sentido. De modo que después de casi una hora de
discusión, Giulian salió de allí furioso y frustrado. Se encaminó de nuevo al
Hospital preparado para velar el sueño de Sam, pero definitivamente aquel no
era uno de sus mejores días.
Cuando
entró de nuevo a la habitación había allí una enfermera, que al escucharlo
entrar se volvió con muy mala cara.
-
No puede estar aquí -- le dijo
-
¿Cómo dice?
-
Dije que no puede estar aquí --
repitió la mujer -- ya la hora de visita terminó, así es que si
no quiere que llame a los guardias para que lo echen, le sugiero irse ahora.
Giulian
la miraba con una mezcla de incredulidad y asombro pero no se movió, por lo que
la mujer se dirigió a la puerta.
-
Escúcheme
-- dijo él un poco antes de que
ella alcanzase la puerta -- usted evidentemente no tiene idea de quién
soy ¿verdad?
La
mujer se le quedó mirando unos segundos y ciertamente llegó a la conclusión de
que no lo conocía, pero eso no hacía ninguna diferencia, ella estaba allí para
cumplir con su trabajo y aquel individuo por guapo que fuese, detalle que no le
había pasado por alto, no tenía más derecho que cualquier otro visitante a
estar allí a deshora. Por un momento tuvo una duda.
-
¿Es usted Läkare? --
preguntó solo para asegurarse, porque no llevaba la tradicional chaqueta
verde que los identificaba
-
No, pero…
-
Entonces como dije, no tiene que estar aquí --
dijo ella y continuó hacia la puerta
-
Giulian
-- dijo Sam que aún seguía
despierta
-
Tranquila princesa --
dijo él con un asomo de burla en sus ojos --
deja que la señorita “intente” sacarme de aquí
La
enfermera que ya tenía la mano en el picaporte lo miró un momento, porque no le
había pasado inadvertido ni el tono de burla, ni el especial énfasis que él
había hecho en la palabra “intente” y pensó que aquellos Arzhvaels
pertenecientes a la clase alta, siempre se comportaban del mismo modo, y estaba
segura que tanto por su arrogancia, como por su aire de superioridad, aquel
sujeto era uno de esos. Terminó de abrir la puerta y salió. Unos segundos
después regresó con dos Krigers que al ver la habitación a la que estaban
siendo conducidos se alarmaron enormemente, pero su sorpresa superó todos los
límites cuando vieron a quien pretendía aquella mujer que sacaran.
-
Es él
-- señaló la chica al ver que los
Krigers no se movían y miraban a Giulian con los ojos como platos --
Sáquenlo de una vez
Sin embargo,
ninguno de los dos hizo el más mínimo movimiento, mientras que Giulian
recostado indolentemente de la pared y con los brazos cruzados los miraba con
diversión.
-
¿Y bien?
-- dijo mirándolos
Al
escuchar la voz de Giulian los Krigers parecieron reaccionar y de inmediato
adoptaron posición de firmes.
-
Señor
-- dijeron ambos en perfecta
sincronía
La
chica pensó algo tardíamente que aquel individuo debía ser alguien con mucho
poder para que los Krigers se comportaran de aquella forma. Sin embargo, ella era
una Elfa, cosa que ya Giulian había notado, y con la terquedad propia de su
raza, pensó que nadie, fuere quien fuese, evitaría que ella cumpliera con su
trabajo. De modo que introdujo la mano en su bolsillo y extrajo su Athame.
-
Bien ya que ustedes no…
-
Señorita
-- dijo uno de los Krigers
alarmado -- no puede hacer eso
-
¿Por qué?
-
Porque él es… --
comenzó uno de los chicos mientras que ambos miraban a Giulian azorados
-
¿Qué está sucediendo aquí?
Alan
había entrado en ese momento pero luego de hacer la pregunta, le bastó una
mirada rápida para hacerse una idea.
-
Regresen a sus puestos -- les
ordenó Giulian a sus hombres
Los
Krigers se dieron mucha prisa en obedecer, no tenían ningún deseo de verse
envueltos en una situación que tenía tantas posibilidades de terminar muy mal
si su protagonista era un Cornwall.
-
Señor
-- comenzó la chica intentando
controlar su indignación -- este sujeto…
-
Señorita Angmar -- la
interrumpió Alan -- “este” sujeto, es Giulian Cornwall y lamento
que nadie le haya informado que está autorizado para permanecer aquí
La
pobre mujer casi se desmaya. De todas las personas del mundo con las que podía
haberse encontrado, tenía que haberse ido a tropezar justamente con un Arzhaelí
y precisamente con “ese” Arzhaelí. Ella, al igual que todo el mundo, había
escuchado hablar hasta la saciedad de los Cornwall, sus hazañas eran
legendarias hasta en el mundo de los Elfos, pero la historia de Giulian
Cornwall había despertado su especial interés por las cosas que se decía había tenido que sufrir durante su
cautiverio. De modo que en aquel momento, todo lo que deseaba era que la tierra
se la tragara. Murmuró algo que esperaba fuese una disculpa apropiada, pero
antes de llegar a la puerta escuchó a Alan.
-
Pudiste habérselo dicho -- le dijo
en tono reprobatorio a Giulian
-
Lo intenté, pero no me dio tiempo --
dijo el Arzhaelí -- yo no tengo la culpa de que tus empelados
sean tan necios como para no escuchar.
Lo que
hacía un momento había sido vergüenza, se transformó en ira y la chica pensó
que si bien era cierto que ese hombre había hecho todo lo que había hecho, no
estaban menos acertados los que aseguraban que era un arrogante insufrible.
Giulian
despertó cuando sintió que alguien tiraba de su cabello y se incorporó de
inmediato. Se había quedado dormido con la cabeza apoyada en el borde de la
cama y quien estaba tirando de un mechón de su cabello era Sam.
-
Princesa…
-
No tenías que quedarte aquí -- le
dijo ella sonriente
-
¿Cómo te sientes? -- le
preguntó recordando la razón por la que estaba allí y tratando de no
exteriorizar su angustia
-
Bien, y como dije no había razón de que
pasases la noche en una postura tan incómoda.
En ese
momento hicieron su entrada los chicos al completo. Evidentemente venían del
comedor, porque Gail aún traía una tostada en la mano. Saludaron a Sam, se
metieron con Giulian y estaban comenzando a alborotar mucho cuando entró Alan.
-
Les voy a pedir que por favor salgan -- les
dijo luego de saludarlos
-
Por favor
-- dijo Danny --
prometemos no hacer escándalo.
-
No se trata de eso --
dijo el Läkare sonriendo y absolutamente convencido que aquella era una
promesa que jamás podrían cumplir -- Debo examinar a Samantha --
agregó con más seriedad, haciendo que Giulian se tensase
-
En cualquier caso tienen clases -- dijo
Giulian
Los
chicos asintieron y se despidieron de Sam prometiendo volver después del
almuerzo. Antes de salir Mael se metió la mano al bolsillo y extrajo una
servilleta y se la entregó a Sam.
-
Tus preferidas -- le
dijo y luego fue tras los demás
Sam
sonrió porque en la servilleta venían cuidadosamente envueltas varias galletas
de avena y canela, y ciertamente era lo que más le gustaba del desayuno. Se
estaba llevando una a la boca cuando advirtió que era observada.
-
¿Puedo verdad? --
pregunto mirando a Alan
-
Por supuesto --
dijo él -- pero me gustaría examinarte primero
La
chica asintió y el procedió a pasar su Gwialen por encima del cuerpo de Sam.
Esta operación la repitió varias veces y Giulian comenzó a preocuparse al ver
que arrugaba la frente. Luego caminó hacia el otro lado y tomó el brazo de la
chica. A estas alturas ya no podía ocultar su sorpresa, pero aún le faltaba una
última comprobación.
-
¿Me permites? -- le
preguntó antes de levantar su blusa y mirar la herida
Una
vez hecho esto, le sonrió sorprendido y satisfecho. Aunque no le habían dicho
nada a Sam, ella sabía perfectamente por qué estaba así. Se volvió hacia
Giulian que lo miraba con una mezcla de angustia y expectación.
-
¿Me acompañas? -- y
él asintió
-
Enseguida regreso princesa -- le
dijo a Sam
-
¿Ya me puedo comer mis galletas?
-
Claro,
no quiero que después tu novio me acuse de ser intolerante -- le
contestó sonriente
Aquel
comentario causó sorpresa a Sam pero no tuvo oportunidad de aclarar el
malentendido y en cualquier caso ya Alan había salido, por lo que no vio la
cara de sorpresa de ella, ni la de profunda ira de Giulian. Sin embargo, su
preocupación por el estado de Sam era superior a su disgusto, de modo que se
calló y lo siguió.
-
¿Cómo está? --
preguntó una vez que estuvieron fuera
-
No hay rastro de veneno --
contestó sonriente
En ese
momento venía entrando Eve en compañía de Anne, Jonathan y Eowaz y todos
sintieron una enorme consternación al ver que Giulian se tambaleaba y caía
contra la pared. Jonathan se apresuró y lo sostuvo, mientras que los demás
miraban a Alan con el pánico pintado en sus caras pensando que Sam estaba
grave.
-
Sam…
-- dijo Eve
-
Tranquila, está mucho mejor -- se apresuró a decir Alan -- Le
estaba diciendo a Giulian que no hay rastro de veneno. No puedo explicarlo,
anoche en mi última revisión comprobé que seguía en aumento, pero acabo de
examinarla y ya no queda nada en su organismo.
Eve y
Anne no sabían si reír o llorar, pero ciertamente estaban muy aliviadas.
Mientras que Jonathan y Eowaz miraban a Alan con extrañeza.
-
Supongo que te aseguraste de eso --
dijo Eowaz
-
Créeme, la examiné varias veces.
-
Es posible entonces que solo hubiese que
esperar que el antídoto hiciera su efecto ¿no?
-- aventuró Jonathan
-
Es posible, sí pero es la primera vez que
se me presenta un caso donde el problema vaya en aumento y luego se revierta.
No es lo usual -- reconoció el Läkare
-
Pero lo importante es que va a estar bien
¿no? --
dijo Anne
-
Sí, así es pero me gustaría que se
quedase un par de días más para estar completamente seguros de que todo marcha
bien.
Todos
mostraron su conformidad excepto Giulian que aún seguía aturdido.
-
Vamos hombre -- le
dijo Alan palmeándole el hombro -- va
a recuperarse, dentro de poco la tendrán de nuevo en casa como si nada hubiese
ocurrido.
El
resto del día fue un ir y venir de gente, porque como ya Sam se encontraba
fuera de peligro, Alan había autorizado las visitas de sus amigos. Hubo cierto
momento de tensión cuando se presentó Casander, pero Giulian fiel a su promesa
de tomarse el asunto con calma, se había mantenido discretamente en silencio.
Los
chicos ese día se despidieron temprano, porque según Gail tenían una indecente
cantidad de deberes y una vez que se quedaron solos, Sam miró a Giulian y éste
supo que se avecinaba tormenta.
-
No he hecho nada -- se
adelantó él -- ni siquiera me he movido de aquí.
-
Se trata justamente de eso. Llevas tres
días aquí metido y sin dormir adecuadamente, así que quiero que te vayas a
descansar.
-
Princesa…
-
Ahora
-- dijo ella en tono terminante
-
Me estás echando --
dijo él con cara de cachorro apaleado
-
Giulian Cornwall, conmigo no te va a
funcionar. Así que haz el favor de irte a la cama.
Sabiendo
que de nada le valdría discutir y no queriendo disgustarla, le dio un beso en
la frente y se marchó. Como aún era temprano y no tenía sueño, Sam tomó un
libro que le había llevado Aderyn y comenzó a leerlo. No había pasado mucho
tiempo cuando sintió que la puerta se abría de nuevo, levantó la vista y abrió
mucho los ojos cuando vio quien era su visitante.
-
Cualquiera diría que acabas de ver a
Nurión.
Pero
ciertamente, de haberse tratado de aquel individuo no se habría mostrado tan
sorprendida como de verlo a él.
-
¡Will!
-- exclamó
-
Si te incomoda mi visita puedo…
-
¡No!
-- se apresuró a decir
Se
maldijo interiormente por su falta de tacto, era la segunda vez que Will tenía
un gesto amable y ella reaccionaba tan inapropiadamente.
-
Me alegra haberte traído esto y no un
libro --
dijo extendiéndole un paquete -- pues
veo que ya mi hermana se encargó de ello.
En
esta ocasión Sam fue capaz de controlar la sorpresa y recibió el paquete sin
poner cara de tonta.
-
Gracias
-- le dijo y comenzó a abrirlo,
enseguida una sonrisa se dibujó en sus labios
-
Espero que cuente con tu aprobación,
tengo entendido que es tu preferido
-- dijo el chico
-
Sí, muchas gracias Will.
Su
hermano y sus amigos sabían bien que ella moría por el chocolate, pero que lo
supiera Will era para ella un verdadero misterio. Sin embargo, en esta ocasión
pudo disimular mejor su sorpresa ayudada por el hecho de estar comiéndose el
pastel que le había traído el chico.
-
Lamento mucho lo sucedido, pero me alegra
saber que todo ha evolucionado en forma satisfactoria -- le
dijo
Ella
se lo agradeció pero no dejaba de preguntarse si Anne habría tenido que ver en
aquella sorpresiva visita. Tal vez ella habría fastidiado a su hijo para que
fuese a verla, porque todos los demás miembros de la familia lo habían hecho, a
excepción de él pero no sabía Sam lo equivocada que estaba. Desde el momento en
que Will se había enterado de lo sucedido, había estado en el Hospital más
veces que cualquiera, con la posible excepción de Giulian y Mael, solo que él
era un experto en pasar desapercibido, se contentaba con obtener información
acerca de su estado y ocasionalmente cuando le había sido posible, se había
asomado a la habitación sin ser notado. El por qué había decidido cambiar de
táctica aquella noche, obedecía al hecho de haberse enterado de la repentina
mejoría de la chica y quería comprobarlo por sí mismo, sobre todo después de
que hasta el día anterior todo parecía indicar que estaba muy mal.
Sostuvieron
una breve charla y una vez comprobado que realmente estaba mejor, se despidió.
Cuando ya iba por la puerta se volvió a mirarla antes de salir.
-
Gracias Will --
dijo ella -- por la visita y por el pastel.
Él
sonrió pero nada dijo y se marchó. Sam se quedó pensando un buen rato pero
finalmente llegó a la conclusión de que aquel McKenzie tal vez fuese el menos
comunicativo, pero era tan buena persona como todos los demás.
La
extraña visita de Will se repitió las dos siguientes noches que Sam pasó en el
Hospital y en ambas ocasiones después que todos se habían marchado. En ninguna
de las dos oportunidades se quedó más de unos pocos minutos, pero Sam se lo
agradeció igual.
Alan
la dio oficialmente de alta al tercer día de su recuperación y fue un alivio,
porque ya ella no soportaba permanecer más tiempo allí, pero la estancia de Sam
en el Hospital trajo consigo una situación inesperada. Al día siguiente del
altercado de Giulian con la enfermera, él se la encontró en la puerta del
Hospital cuando él entraba y ella iba de salida y casi colisionaron.
Normalmente él no se preocupaba por la gente con la que había tenido cualquier
clase de problema, pero aquel día se sentía tan feliz por la recuperación de
Sam que decidió ser generoso.
-
Señorita…
-
Angmar
-- completó ella
-
Señorita Angmar --
dijo exhibiendo la famosa sonrisa Cornwall --
lamento si tuvo usted algún problema por lo de la pasada noche
En un
principio ella se sonrojó al recordar el asunto, pero luego recordó lo que él
había dicho y superando el cosquilleo que le producía la proximidad de aquel
hombre, adoptó una expresión de desdén.
-
¿Por qué habría de habérmelo
causado? -- preguntó
-- Solo cumplía con mi deber y
ahora si no le importa, me gustaría que me dejara pasar
Pero
Giulian Cornwall en primer lugar no estaba acostumbrado a ser tratado de aquel
modo, y en segundo, mientas ella hablaba su cerebro había registrado algo que
la noche anterior no. Se trataba de una chica y de una muy atractiva, de manera
que haciendo a un lado su molestia, puso en funcionamiento su artillería.
-
Por supuesto tiene usted razón, pero aun
así me gustaría resarcir de algún modo el mal rato.
-
No es necesario, yo…
-
Insisto
-- la interrumpió --
¿Una cena tal vez?
Aquello
resultó del todo inesperado para Angmar y habría tenido que ser de piedra para
no sucumbir ante aquella sonrisa y aquella intensa mirada que no ocultaba su
admiración. De manera que terminó aceptando para enorme satisfacción del
Arzhaelí. Lejos estaba de saber entonces, que había tomado la peor de las
decisiones.
Cenó
con ella aquella noche y la siguiente, y como era de esperarse, la tercera pasó
de cena a desayuno. Esa mañana cuando Giulian despertó, se sintió
momentáneamente desorientado. Miró a su alrededor y se preguntó dónde demonios
estaba. Por supuesto aquello no era una novedad para él, porque siempre tenía
dificultad para recordar dónde estaba en circunstancias parecidas. El olor a
café recién hecho terminó de espabilar su cerebro, poco a poco volvieron los recuerdos y con
ellos uno en especial, miró la hora y saltó de la cama. Ese día salía Sam del
Hospital y debía ir por ella. Cuando salió de la habitación se encontró a
Angmar sirviendo la mesa. Miró a todos
lados buscando la salida, porque no recordaba en lo más mínimo la disposición
del lugar.
-
Buenos días --
saludó la chica con una alegre sonrisa y tendiéndole una taza de
café --
el desayuno está casi listo.
-
Gracias pero debo marcharme, Sam regresa a casa hoy como ya sabes -- le
dijo mientras intentaba beberse el café
-
Sí, y seguramente un ejército de personas
irá por ella incluidos tu cuñada y su novio, así que no veo…
Pero
Giulian casi se atraganta al escucharla.
-
¿Cómo has dicho?
-
Que no veo la necesidad de que corras,
seguramente…
Sin
embargo, él había dejado de prestarle atención e intentaba tranquilizarse.
Seguramente Angmar estaba en el mismo error de Alan al pensar que Mael…
-
Giulian
-- el escuchar su nombre lo sacó
de sus pensamientos -- ¿Me estás escuchando?
-
Sí por supuesto, pero igual no solo es mi
deber estar allí, sino que quiero hacerlo
-
De acuerdo --
aceptó ella -- pero en cualquier caso tenemos tiempo de
desayunar, yo también debo estar temprano en el Hospital y te aseguro que no
saldrá antes de las nueve de la mañana.
A
regañadientes Giulian se quedó, pero luego deseó no haberlo hecho.
-
Veo que te tomas muy en serio tu deber de
padrino y lo entiendo -- dijo ella mientras desayunaban -- es
lógico que faltando el padre así sea, pero me parece que eres algo asfixiante.
-
¿Qué?
-
Pues eso, ya no es una niña y de acuerdo
a lo que he podido ver, pronto dejará de ser tu responsabilidad, porque
ciertamente ese chico ha estado muy pendiente de ella, lo que…
-
Espera, espera -- la
interrumpió él -- en primer lugar aún son unos niños y en
segundo su interés es el mismo de todos los demás.
Ella
lo miró un momento y no supo si él en verdad era ciego o se engañaba
tontamente.
-
Es increíble como los padres pueden
engañarse en las cosas relacionadas con sus hijos -- le
dijo, y luego agregó lo que había estado pensado -- O
eres ciego o eres extraordinariamente necio Giulian. En primer lugar,
difícilmente puede calificarse de “niño” a un joven de más de veinte años, y en
segundo, ningún niño se pasa horas hablando con los médicos y…
Pero
Giulian había dejado de escucharla, en cuanto ella dijo “más de veinte años”
todas las alarmas se encendieron en su cerebro y se puso de pie.
-
McKenzie
-- dijo más para sí mismo que para ella
De
hecho había olvidado por completo dónde o con quién estaba y lo único que sabía
era que necesitaba llegar con urgencia al Hospital. Angmar tuvo que correr para
no quedarse atrás, pero antes de entrar al Hospital ya había llegado a dos
conclusiones. La primera que aquel individuo era realmente extraño, y la
segunda, que había cometido una indiscreción.
Cuando
llegaron él ni siquiera se despidió de ella, sino que se encaminó directamente
a la habitación de Sam y en ese momento Eve salía de allí.
-
Vaya, el señor se dignó a aparecer --
dijo con acidez -- Casi nos vamos sin ti.
-
Pero ya estoy aquí, solo me retrasé un
poco.
-
Si amanecieras en tu cama…
-
Vampi, estoy grandecito como para que
cuestiones en qué cama decido amanecer
-- pero decir aquello y
arrepentirse fueron dos cosas iguales
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